“Nuestros muertos siguen siendo fuerza para las luchas del presente”.
Conmemoración del levantamiento kaqchikel de Patzicía en 1944
y las masacres cometidas como respuestas

Entrevista realizada a Ixmukane Choy y Edgar Esquit
por Aura Cumes y Kaypa’ Tz’iken

Eran las 4:30 de la tarde del día 22 de octubre del año 2022, el colectivo Kaqjay iniciaba su actividad de conmemoración del levantamiento kaqchikel de Patzicía ocurrida 78 años atrás. En el parque del pueblo, dos músicos entregaban las melodías del tambor y de la chirimía. Flores, velas, incienso, palabras de respeto, poemas y música también se ofrecían en memoria de aquellos 600 kaqchikela’ perseguidos y masacrados durante tres días. Es difícil imaginar cómo el parque, las casas, las calles, las milpas y los montes se habían convertido en campos de terror, de muerte, de llanto y de una tristeza mezclada con asombro e impotencia.

¿Qué sería ahora de Patzicía si aquella fuerza política kaqchikela’, en vez de ser reprimida con la muerte, hubiera sido escuchada? Patzicía era un municipio de gran mayoría kaqchikel, pero al igual que en los demás pueblos indígenas, el Estado liberal había entregado el poder político oficial a las minorías ladinas. Los kaqchikela’, esperanzados, seguían proponiendo alternativas para compartir el poder político municipal, seguían defendiendo sus tierras frente al despojo ladino y criollo, y continuaban rebelándose contra el trabajo forzado. También deseaban que sus hijos e hijas fueran a la escuela, no querían ser más los sirvientes y las sirvientas de los ladinos.

Nos imaginamos a las mujeres y los hombres kaqchikela’ en reuniones, platicando en las calles, en los mercados, en los lavaderos públicos, en las casas, conversando en las iglesias sobre sus problemáticas, usando las leyes y procurando dialogar con los ladinos, pero nunca indiferentes. La indiferencia y el silencio vinieron después, se impusieron con la muerte masiva y cruel. El domingo 22 de octubre de 1944 alrededor de las cinco de la tarde, los ladinos dieron muerte a dos kaqchikela’. Pero estas muertes no pasaron desapercibidas como solía ocurrir con la muerte de los “indios”. A pesar de que los kaqchikela’ sabían que rebelarse contra el poder ladino les costaría la vida, se levantaron y dieron muerte a 16. En venganza, ladinos de Chimaltenango, Zaragoza, Antigua, Itzapa, junto al Ejército, acudieron a Patzicía y dispusieron dar una muerte ejemplar a los “indios”.

Por cada ladino asesinado murieron cerca de 50 kaqchikela’. Los diarios del país estaban alarmados por la muerte de los ladinos, y solo decían rápidamente que también habían muerto “incontables indios”.

Sobre este hecho histórico impresionante, conversaremos con el historiador Edgar Esquit y con la arqueóloga Ixmukane Choy ambos kaqchikela’, habitantes de Patzicía, miembros del colectivo Kaqjay y organizadores de la conmemoración a la que hacemos alusión.

Kaypa’ Tz’iken (KT). Buenas tardes Ixmukane’, Edgar y Aura. Mi nombre es Kaypa’ Tz’iken, con Edgar y Aura somos miembros de la Comunidad de Estudios Mayas Ixbalamkyej Junajpu Wünaq. Esta tarde, estamos acompañando a Kaqjay en este 78 aniversario de la masacre ocurrida el 22 de octubre de 1944. Es sobre esto que queremos conversar con ustedes. Le dejo la palabra a Aura para que oriente algunas preguntas.

Aura Cumes (AC). Gracias Kaypa’; buenas tardes, Ixmukane’ y Edgar. Es para nosotros muy significativo estar con ustedes esta tarde. Quiero preguntarles qué significa para ustedes la actividad que están realizando hoy.

Edgar Esquit (EE). Queremos ir definiendo, construyendo, nuestras memorias alrededor de este hecho. Nos parece que todo el trabajo sobre memoria es importantísimo en nuestra comunidad y en toda Guatemala. Entonces creo que poco a poco empezamos trabajando alrededor de esto. Hay muchos lugares en donde se está trabajando y queremos aportar en todos estos procesos.

Ixmukane’ Choy (ICH). Pues la memoria local en un pueblo kaqchikel es la misma que puede ocurrir en cualquier momento en cualquier otro pueblo maya en Guatemala. Así que alzar la voz, hacer esto público es muy importante porque también estamos acompañándonos diversas generaciones, de personas kaqchikel, que algunas ya están en la tierra y algunos otros seguimos acompañando desde acá desde la voz, desde la palabra, desde el canto, las velas y es nuestra forma también de alzar la voz.

AC. ¿Y podrían compartirnos por qué ocurrió aquella masacre el 22 de octubre de 1944?

EE. Según lo que cuentan nuestros abuelos, había un fuerte conflicto durante toda la primera parte del siglo XX. Había un fuerte conflicto entre indígenas y ladinos en el pueblo. Y todos los reclamos de los kaqchikeles sobre el trabajo forzado, sobre la expropiación de las tierras, sobre el poder político en las manos de los ladinos y, junto a eso, toda la cuestión del racismo fueron los elementos contra lo que los kaqchikeles estaban luchando. Había organización kaqchikel durante todas esas décadas de la primera parte del siglo XX. Todas las luchas kaqchikeles eran enfrentadas por los ladinos a través de agresiones; entonces, en ese momento preciso del 22, según cuentan nuestros abuelos, los ladinos reunidos en el parque asesinaron a dos kaqchikeles, posteriormente los kaqchikeles también reunidos asesinaron a 16 ladinos y después de eso se desató una venganza colectiva de los ladinos hacia los kaqchikeles, que duró al menos tres días de asesinato continuo donde, ustedes saben, murieron al menos 600 kaqchikeles asesinados por los ladinos, por gente que venía de Antigua, de Zaragoza, inclusive, según algunas personas, participaron militares guatemaltecos en esta masacre.

KT. Quiero ampliar la pregunta que hizo Aura. 78 años después, ¿cómo visualizamos esas causas que detonaron esa masacre? ¿Cómo está la situación actualmente en Patzicía o, también, en todo el pueblo maya?

ICH. Está vivo el reclamo histórico porque las luchas de los Pueblos Indígenas no son coyunturales. No se mueven por algún hecho aislado, sino que todo está hilado; desde la época colonial, nuestros abuelos y nuestras abuelas venían pidiendo ante el Estado colonial el derecho a poseer la tierra antigua que tenían, el derecho también a participar en sus propias maneras políticas de construir comunidad, que ha sido negado desde el 44 hasta el 2022. Consideramos que este reclamo es histórico y que está vivo también en nuestros reclamos de las generaciones que habitamos este pueblo, y por eso nos parece importante conmemorar este hecho, rememorar esta historia porque nuestros muertos también siguen siendo fuerza para las luchas del presente.

KT. ¿Cómo ven actualmente los ladinos del pueblo de Patzicía estos eventos de conmemoración?

EE. No sabemos exactamente, porque todo lo que pasó del 22 al 24 de octubre de 1944, yo diría que no se habla entre indígenas y ladinos. Seguimos callados alrededor de eso. No hay una conversación entre indígenas y ladinos sobre estos hechos. Entonces no sabemos muy bien qué piensan ellos. Yo diría que en cierto sentido hay indiferencia en la conmemoración, hay indiferencia frente al alzamiento de la voz de los kaqchikeles en este momento, hay indiferencia hacia la memoria de los kaqchikeles, entonces el trabajo por construir memoria es muy grande todavía en esta comunidad, en el país, en los muchos espacios donde confluimos indígenas y ladinos. Hace falta un trabajo muy fuerte por la memoria.

AC. ¿Cómo ven ustedes el vínculo entre lo que ocurrió en Patzicía con lo que sucedió después en el conflicto armado?, ¿tendrá alguna similitud con el genocidio?

ICH. Sigue siendo la misma visión racista del Estado, al tratar a los “indios” como seres que fácilmente pueden ser muertos, se les puede dar muerte si no están dentro de las normas que se establecen. Entonces, considero que las masacres del 44 son un antecedente importante para entender la represión que se viene después hacia los Pueblos Mayas y hacia los cuerpos. El correlato político que se maneja es anular las peticiones al enmarcar todo en formas culturales o en cuestiones muy superficiales y no dar la importancia política a los reclamos que se están haciendo. Sí considero que el cuerpo de los kaqchikeles es, en 1944, un antecedente de lo que iba a suceder con aquellos subversivos, esos seres que si no hacen lo que está permitido pueden encontrar la muerte.

EE. Yo veo también que, en 1944, como que se viera que el enfrentamiento fue entre indígenas y ladinos y que posteriormente no fue de esa manera. Yo creo que el Estado ladino que se manifestó en 1944 es el Estado ladino que se manifestó en los años ochenta. La participación de los grupos dirigentes de la elite criolla, de la elite ladina, que dirigía el país en 1944, o que dirigía el país en 1980, siempre manejó el racismo como una forma de relacionamiento con los indígenas; entonces, en la actualidad, no se habla sobre esto, pero yo he escuchado a personas en pueblos como Patzicía, Comalapa, Tecpán, donde se dice que los ladinos se organizaron para asesinar indígenas en los años ochenta. Así que ese es un hecho que no se ha estudiado, no se ha visto en todos estos procesos que sucedieron en 1980, en el genocidio. Yo creo que eso es algo importantísimo en nuestra historia.

KT. La masacre inició aquí, en este parque de Patzicía, ¿cómo vinculamos el pasado de la invasión con el significado de que la masacre empezó aquí, en el parque del pueblo y que también aquí sigue ocurriendo la toma de decisiones que afecta a nuestros pueblos en la actualidad? ¿Cuál es el significado de que la masacre inicio en el parque?

EE. El espacio público es un espacio negado a los mayas, a los kaqchikeles en este caso que estamos hablando. Tomarse el espacio público ha sido algo importante, pero cuando la gente maya toma el espacio público fácilmente es asesinada, es tachada de racista, de irracional. Creo que en cualquier forma en que se construyen los discursos sobre el racismo o se construyen las acciones racistas el espacio público es algo importante, pero a los mayas a los kaqchikeles se les ha negado este espacio público, este espacio político.

AC. Estaba empezando el gobierno de la Revolución cuando ocurrió la masacre. ¿El gobierno de la Revolución actuó diferente frente a esta masacre?

ICH. Como comentaba Edgar hace rato, sigue siendo un gobierno ladino. Fue el mismo gobierno de la Primavera Democrática el que masacró, el que acuerpó la represión contra los kaqchikeles; entonces, es este mismo que sigue ahora en el poder. Es ese mismo relato el que se sostiene a través del racismo, del genocidio.

EE. Sí, este es un tema muy interesante por decirlo de esta manera porque dos días antes inicia una revolución que va a transformar totalmente Guatemala. Entonces, ¿dónde cabe esto que está pasando en Patzicía?, ¿cómo enfrenta un gobierno revolucionario algo de esta naturaleza? Y es en este sentido cuando yo veo y digo que las elites gobernantes, la clase media ladina que tomó el poder en ese momento a pesar —como decía Kaypa’— de los 500 años de lucha de los indígenas, de los mayas, reclamando voz, reclamando derechos autonómicos, reclamando participación política, ni los criollos ni la clase media ladina supieron ver otra vez ese reclamo. Y tampoco se quiso ver ni se supo ver eso en los años ochenta. Entonces no podríamos [decir], como algunos afirman, que este tipo de argumentación es ahistórica, porque ha habido 500 años antes de lucha en que se puede analizar el pasado, se puede ver que los mayas han luchado por una participación política en este campo de poder guatemalteco.

KT. ¿Desde cuándo empiezan ustedes a realizar estas actividades de conmemoración? Yo participé hace tres años cuando develaron esta placa.

ICH. El espacio de Kaqjay, como la Casa Roja o la Casa de los Kaqchikeles, es pensado también para dialogar acerca de la memoria y también es un espacio pensado para tomar o retomar el espacio público. Entonces, desde hace algunos años hemos venido haciendo actos públicos desde colocar en el parque una manta con la frase “El 22 de octubre de 1944, como a las 5 de la tarde” —porque es la hora en que empieza el conflicto entre ladinos e indígenas— hasta tener este acto, este año, de poder tener a personas que, a través de la palabra a través de la música, puedan también acompañar la memoria viva de los muertos. Hemos tratado desde hace como unos cinco o seis años de tomar este sábado 22 o la fecha más próxima para poder tener un espacio público.

EE. Básicamente ha sido de esa manera. Desde hace unos cuatro o cinco años hemos realizado esta actividad anualmente. Hemos dejado de hacerlo durante los dos años de pandemia, pero en este año 2022 hemos querido retomarlo para ir construyendo este espacio público, este espacio de memoria.

KT. Hace un momento conversamos sobre por qué no tenemos un documento sobre este tema en particular. No sé si puede estar en los planes. Es una necesidad para todos los Pueblos Mayas tratar de construir esa memoria escrita

EE. Es importantísimo el trabajo de historia y memoria sobre este hecho, porque Patzicía tuvo, en 1944, un momento terrible. Uno no se puede imaginar cómo en tres días pueden ser asesinadas 600 personas, pero para mucha gente también es normal eso. Entonces, yo creo que un trabajo de indagación sobre este hecho es fundamental para la memoria en el país. Creo que lo que pasó en Patzicía se expande para toda Guatemala. Es una tarea de los mayas, es una tarea de los historiadores y de la gente interesada.

AC. Muchas gracias, ¿algunas palabras finales que nos quieran dejar?

EE. Muchas gracias a ustedes por la conversación, por este momento para hablar sobre nuestro pasado, por el pasado de Patzicía. Matiox.

ICH. También agradezco mucho el espacio en este día E, que es el camino. Ustedes son personas a quienes yo he tenido la oportunidad de leer y conocerlos y conversar acerca de esto fortalece mi k’ux; entonces, estoy muy agradecida.

Esta entrevista es una publicación simultanea en las páginas web tujaal.org y cemijw.org

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