La lucha del pueblo Mapuche en Argentina, contra empresas que están causando terricidio y criminalización a defensores del agua y el territorio
Moira Millán, mapuche
Mari Mari. Tengo mi corazón muy contento por poder estar esta noche con ustedes. Me encuentro en Noruega y aquà ya son altas horas de la noche.
Me parece muy importante ir desglosando las múltiples formas de racismo y de muerte sobre los territorios indÃgenas por parte de los Estados nación con su polÃtica colonizadora. A raÃz del tÃtulo, me he puesto a pensar, que el racismo y el extractivismo son hermanas siamesas, han nacido y llegado a Indoamérica desde hace más de 500 años con los conquistadores. Ese racismo no ha sido interpelado por los Estados nación, y el extractivismo ha continuado como un modelo de desarrollo económico colonial. Esa colonialidad racista habita en los estamentos del gobierno, está encarnada en los modelos de sociedad criolla y genera el sedimento de la impunidad de las empresas y de los gobiernos represores.
Tanto Wallmapu como todos los territorios en Argentina están sufriendo esta embestida represiva. A esto se le está empezando a llamar regresión judicial o regresión polÃtica de los sectores más derechistas. Cuestiono esto de la regresión porque no ha habido amplificación de derechos para los pueblos indÃgenas y los territorios están sufriendo. Estamos sufriendo no solamente la violencia de las balas. Hay una multiplicidad de formas de asesinatos de la vida y del modo de entender la vida que tenemos los pueblos indÃgenas.
Particularmente me gustarÃa hablarles sobre lo que hemos llamado terricidio, desde el Movimiento de Mujeres IndÃgenas y Diversidades por el Buen Vivir. Es una sÃntesis de todas las formas de asesinar la vida que tiene el sistema. Dentro de ello se encuentran el genocidio, el epistemicidio, el ecocidio, los feminicidios, etcétera. El epistemicidio es algo muy importante que los pueblos indÃgenas debemos señalar, porque es el asesinato de los modos de entender la vida que tenemos los pueblos indÃgenas. Y no solamente sucede con la apropiación de nuestros territorios, con la militarización de nuestros espacios sagrados, también sucede con la inoculación de religiones que van invadiendo cada espacio de nuestra territorialidad. Esto no es novedoso, sucedió al momento de la conquista, cuando fueron sustituidos los espacios sagrados por grandes templos católicos. Las distintas expresiones religiosas que se instalaron en nuestros territorios indÃgenas, hoy cobran una vitalidad tremendamente perversa, porque muchas veces funcionan como aliadas de la derecha regresiva, que intenta imponerse para evitar que alcancemos justicia. Esa derecha que abre la tranquera al extractivismo de las grandes corporaciones.
El escenario de represión que se va configurando es sumamente complejo. Tenemos a los gobiernos generando mecanismos de reducción de derechos, porque cierran programas, porque los mecanismos que han establecido para interlocutar con los pueblos indÃgenas son ineficientes, están desfinanciados, no funcionan. Además, tenemos el aparato judicial permanentemente al servicio del extractivismo y de esta corporatocracia, tenemos los medios de comunicación que funcionan como amplificadores de las voces racistas, diciendo, en el caso del pueblo mapuche, que somos terroristas. Lo mismo está sucediendo en el norte de Argentina con la lucha contra el litio. Entonces, los grandes medios de comunicación construyen una opinión desfavorable de la lucha de los pueblos indÃgenas y tratan de construir consenso social para justificar el genocidio. Una modalidad de genocidio multi instrumental contra nuestras cuerpas territorio.
Otro de los aspectos que también contribuyen a esta configuración del escenario represivo es un modelo de educación que nos coloca, a los pueblos indÃgenas, en el tiempo pasado de manera permanente y al nacionalismo como polÃtica de Estado, que por supuesto, comienza con la educación. ¿Cómo es esto? Cuando mandamos a nuestros hijos, hijas e hijes a la escuela, allà se reproduce la lógica colonial, se les enseña que nosotros somos parte del pasado, se sustituye su verdadera identidad telúrica, la verdadera identidad de la tierra, de nuestra ancestralidad por la identidad de ese Estado colonial. Entonces, también la educación que nosotros exigimos como un derecho termina siendo una herramienta colonial.
Otro de los aspectos que estamos viendo, como letales, como parte de este terricidio, es la violencia patriarcal que, lamentablemente, es una herencia colonial que se ha asentado en los pueblos indÃgenas. Entonces, no sola- mente sufrimos la violencia del Estado, sino también la violencia intracomunitaria hacia nuestras cuerpas territorio. Bueno, estarÃamos horas hablando. Son pocos los minutos para explicar qué es ese terricidio y por qué estamos luchando contra ello.
También es importante señalar la fortificación de las fronteras de los Estados Nación, como es el caso de los pueblos transfronterizos como el mapuche. Nosotros somos una sola nación. La cordillera no era frontera sino un puente de unidad entre Puelmapu y Wallmapu. Hoy está absolutamente militarizada, fortificada, con acuerdos bilaterales para ir contra el pueblo mapuche. Por ejemplo, cada vez que yo voy a Wallmapu, Chile, tengo que padecer el maltrato en las demoras, retenciones injustificadas por parte de carabineros o por parte de la gendarmerÃa, tanto para ingresar a Chile como para regresar a Puelmapu, Argentina. Y esto lo viven de manera mucho más agudizada las machis, los machis, nuestras mujeres medicina, nuestros hombres medicina, que vienen de Wallmapu a sanar a hermanos y hermanas de nuestro territorio. Se les secuestra la medicina, se los requisa, se los maltrata.
Esta situación que padecemos como pueblo mapuche y todos los pueblos en Argentina tiene que ver con que nuestra lucha por un modo de vida en la tierra, no puede encontrar puntos de acuerdo y consenso con el extractivismo. Por ejemplo, recientemente en Argentina, se ha producido una lucha muy importante por parte de los pueblos indÃgenas del norte, en Jujuy, con la consigna «abajo la reforma, arriba la wiphala». La reforma es una reforma constitucional que el Gobierno de la provincia de Jujuy quiere hacer para permitir el ingreso, entre otras cosas, de las transnacionales extractivistas y que no haya ningún mecanismo para poder reclamar derecho. Y una facción del pueblo argentino y de esos sectores que luchan contra esa reforma, plantea otra consigna que es «arriba los salarios, abajo la Reforma». Y decÃamos que estas consignas tienen una diferencia sustancial entre los modos de habitar el mundo, y cómo nuestras luchas tienen un punto de conexión muy débil con las de los trabajadores y las trabajadoras.
Las clases obreras y los sectores que luchan por mejoras sociales caminarÃan con los pueblos indÃgenas, apenas, algunas baldosas del sendero, porque rápida- mente al sistema capitalista y al sistema colonial les viene bien una consigna que sea estrictamente salarial. Entonces, ofrece mejores salarios y la lucha se acaba. Pero, las tensiones (las demandas) de los pueblos indÃgenas no se resuelven con los salarios, tampoco con tÃtulos de propiedad de parcelas. Las tensiones seculares entre los pueblos indÃgenas y los Estados nación se resolverán cuando éstos últimos contemplen la plenitud de nuestros derechos. Y es imposible que suceda porque los Estados nación tienen como base fundamental el derecho de la propiedad privada. Entonces, lo que hacen estos Estados es, en nombre del orden institucional, reprimir, desalojar, matar, desaparecer personas tal cual lo estamos viviendo nosotros, el pueblo mapuche y otros pueblos.
Lo que estamos buscando es restablecer el orden cósmico y eso implica reciprocidad, respeto y armonÃa con la tierra y con todos los pueblos. Y eso, por supuesto, son valores completamente antagónicos al que plantean los Estados nación. ¿Cómo se va a resolver esto? Yo creo que tenemos que empezar a tejer alianzas. Tenemos que empezar a pensar nuestra realidad en grandes bloques. Recuperar la perspectiva de la cosmografÃa ancestral. Porque, hoy dÃa cada vez que los pueblos indÃgenas nos juntamos a parlamentar, a discernir la problemática, a ver cómo podemos resolver, siempre nos posicionamos o nos situamos desde la actual geopolÃtica de los Estados, decimos «los pueblos indÃgenas en Argentina», «los pueblos indÃgenas en Guatemala». Sin embargo, estas regiones, estos territorios tenÃan su nombre ancestral y estamos ordenados y organizados en función de esa cosmografÃa ancestral, que no tenÃa fronteras, no planteaba categorÃas como por ejemplo migrantes. Cómo los pueblos indÃgenas vamos a ser migrantes en nuestro extenso y gran territorio, en Isla Tortuga, en el Tahuantinsuyo, en Wallmapu y asà en Abiayala y en todos los nombres existentes, con que mencionamos o llamamos a nuestros territorios.
Desde el movimiento planteamos que tenemos que empezar a interpelar también todas las nomenclaturas coloniales tramposas y engañosas, que el Estado ha introducido o filtrado en nuestro lenguaje y que creemos emancipatorio; de pronto, estamos hablando de derechos de los migrantes cuando la trashumancia es antigua, los trashumantes, ancestralmente, han andado (extensamente). Nuestro territorio ha sido parte de un derecho inherente a la existencia como humanos, como pueblos. Asà que, yo no quisiera utilizar este tiempo para hacer una larga lista de dolores, porque también sabemos que todos los pueblos indÃgenas tenemos una situación de neogenocidio que se está produciendo para la defensa de los intereses de estas grandes corporaciones, y que hay presupuesto para que nuestras vidas no valgan nada, porque han decidido que nuestros cuerpos territorios sean asesinados. Es lamentable el racismo que ejercen distintos sectores de la sociedad. La indolencia permite esa impunidad. Y no quiero entrar a desglosar todo lo que está pasando acá.
Seguramente, muchos de ustedes lo saben, hay cantidad de clandestinos indÃgenas, y digo clandestinos porque están siendo procesados. Se está instrumentalizando el aparato legal para cobrar venganza, para reprimir a los pueblos que reclamamos derechos. Pero, yo creo que sobre todo, lo que están buscando es aleccionar, no solamente a los pueblos indÃgenas, sino a todos los sectores que osen reclamar derechos e interpelar a los estamentos represivos. También se está poniendo un presupuesto para la militarización. En Argentina, por ejemplo, el Comando Unificado es un componente de fuerzas militares y de seguridad que operan en la Patagonia y en Puelmapu contra el pueblo mapuche, contra las recuperaciones territoriales y ahora están también operando en el norte del paÃs. Toda esta configuración del escenario represivo al que nosotros denominamos terricidio, tiene que tener una contraofensiva y un proceso de autodefensa territorial, pero no solamente en el territorio tangible en el que habitamos y en el que nos desenvolvemos como pueblos indÃgenas, sino disputarle al sistema otros territorios, por ejemplo, el territorio de la palabra, utilizar los medios de comunicación, el cine, los libros, distintas herramientas de concientización, espacios como estos que nos permiten, plantear lo que está sucediendo, con nuestros pueblos y con nuestras realidades. La recuperación de la espiritualidad. Eso es fundamental, porque nuestra lucha es primero espiritual y luego polÃtica. De hecho, las recuperaciones territoriales que se están dando en Puelmapu y seguramente en Wallmapu tiene que ver con la recuperación de nuestros «rewe», de nuestros espacios sagrados, porque para el pueblo mapuche sin territorio no puede haber espiritualidad. Y esto lo sabe el enemigo. Me parece que se deben tejer alianzas estratégicas con los distintos sectores sociales no indÃgenas, que al igual que nosotros, están buscando ir contra este odio.
Para finalizar, quiero contarles una iniciativa que estamos llevando adelante, porque entre los tantos aspectos del genocidio, está el infanticidio. Existen las agresiones sexuales que tienen una herencia colonial contra las cuerpas territorios de las mujeres indÃgenas y en especial de las niñas. Hay una práctica terrible en Argentina, que es el chineo o la violación sistemática de las niñas. Hablamos de chineos, para reforzar la idea de que no es una práctica cultural ancestral, sino que vino con la colonia y muchas de estas niñas que quedan embarazadas, no continúan sus estudios. Se nos ocurrió, que tenemos que construir un modelo educativo que vaya en contra del terricidio, que realmente entregue herramientas de fortalecimiento identitario y espiritual, herramientas que nos permitan ensamblar los saberes ancestrales, filosofÃa, espiritualidad, cosmovisión con conocimientos técnicos, tecnológicos, que nos permitan construir un modo de vivir más sano. TecnologÃas que puedan ayudar a ese buen vivir.
Por ejemplo, una de las necesidades emergentes en casi todos los territorios es que no tenemos técnicos para evaluar el estado de contaminación de las aguas. La crisis hÃdrica atraviesa casi todos los territorios y no tenemos herramientas técnicas para eso. O pelear y emplazar la agenda de derechos que nos amplifique con perspectiva indÃgena y de género. Asà que se nos ocurrió crear la pluriversidad indÃgena. Decimos que las universidades son solo un universo, la pluriversidad serán muchos universos que planteamos los pueblos telúricos, los pueblos indÃgenas y de ahà esa epistemologÃa colectiva, ese saber ancestral. Vamos incorporando propuestas para la autonomÃa energética, para un fortalecimiento económico y un desenvolvimiento económico que esté en armonÃa con la tierra. Propuestas para recuperar la gastronomÃa ancestral identitaria y ver cómo nos nutrimos con una alimentación sana para nuestra niñez, la recuperación de los partos ancestrales.
El modelo educativo (colonial) no es una oferta pública, no está al alcance de los pueblos indÃgenas y tampoco nos permite acceder fácilmente para adecuarlo a nuestras necesidades. Lo vamos a tener que construir. Y desde el Movimiento de Mujeres y Diversidades IndÃgenas por el Buen Vivir estamos planteando ese modelo educativo, autónomo, ancestral, identitario, que contribuya a restablecer la armonÃa. Me encuentro justamente en Europa buscando apoyatura para esto. Lo pongo como un ejemplo de la multiplicidad de acciones colectivas que las naciones indÃgenas podemos llevar adelante sin esperar siempre el patrocinio del Estado. El Estado es el enemigo, el Estado es el que quiere nuestra (muerte).
¡Basta de reciclar el sistema! Empecemos a construir ese mundo mejor y posible que nuestros antepasados nos legaron. Es nuestra responsabilidad reconstruirlo para las generaciones venideras.
Nota: Este artÃculo fue publicado Ãntegramente en el libro Pueblos Originarios frente al racismo. 500 años de lucha anticolonial en defensa de nuestros territorios» (2024).